Una revolución comienza por el poder de una idea, que es por lo que muchos se apasionaron con los acontecimientos cubanos de 1959. Y una revolución suele acabar cuando la permanencia en el poder se convierte en la idea, y eso es lo que apasiona a otros muchos cuando Fidel Castro ha decidido abandonar el poder. La revolución castrista fue consecuencia de la falta de reformas. Y ahora, casi cincuenta años después, la reforma es el desafío para los sucesores de Castro.
Una de las visiones más generalizadas de la revolución cubana es que si su política económica ha sido un desastre, su política social ha sido un éxito. Pero esto último fue así hasta la crisis de la década de 1990. El absurdo embargo estadounidense ha sido el chivo expiatorio para justificar el fracaso de la política económica cubana, pero la historia dice que sus programas sociales han sido financiados por los subsidios extranjeros, primero procedentes de la Unión Soviética y después de la Venezuela de Hugo Chávez.
Continuar leyendo: LVG200802200101LB