XAVIER BATALLA
DOMINGO, 3 JUNIO 2007
Guerra inacabada
Israell creó el Oriente Medio actual en seis días. En 1967, una rápida y victoriosa campaña israelí cambió el mapa de la región y estableció las bases de conflictos posteriores. Desde aquel 5 de junio en el que los árabes comenzaron a ser derrotados en un abrir y cerrar de ojos, Israel y sus vecinos se han peleado en dos intifadas palestinas y tres guerras. De hecho, es como si el conflicto palestino-israelí hubiera comenzado en 1967. ¿Por qué? Porque el conflicto arranca con el nacimiento de Israel, en 1948, pero nadie, con la excepción de Hamas, pretende retroceder hasta 1948, incluso si Israel amplió entonces el territorio que le correspondía según la partición aprobada por la ONU.
El conflicto de 1967 empezó, de hecho, dos años y medio antes. En 1964, una conferencia de países árabes decidió desviar dos afluentes del río Jordán, la principal fuente de Israel, y Siria abrió un canal que automáticamente se convirtió en un objetivo militar del Estado hebreo. Ariel Sharon lo escribió en su autobiografía: “La gente ve el 5 de junio de 1967 como el día en que la guerra de los Seis Días empezó. Ésta es la fecha oficial. Pero la guerra comenzó dos años y medio antes, cuando Israel decidió actuar contra el desvío del Jordán” (Warrior: The autobiography of Ariel Sharon,1989).
En 1967, y a causa del bloqueo y de las bravatas egipcias, Israel atacó a Egipto, Jordania y Siria, del 5 al 10 de junio, y ocupó Cisjordania, Jerusalén este, el Golán (Siria), Gaza y la península del Sinaí (Egipto). Fue una victoria aplastante. Pero, cuarenta años después, israelíes y palestinos siguen sufriendo las consecuencias de una guerra que comenzó a cambiar la imagen del Estado hebreo, que de David ha pasado a ser Goliat.
La victoria de 1967 tuvo profundas consecuencias en la sociedad israelí, que se dividió en dos. Por un lado, la escuela sociológica, que proponía que los territorios ocupados fueran negociables. Y, por otro, la escuela territorial, partidaria de abarcar y retener toda la tierra posible del Israel histórico. En los sectores nacionalistas y ultrarreligiosos, la victoria fue entendida como una señal divina para, con la anexión de Cisjordania, hacer realidad el sueño del Gran Israel. Los fundamentalistas creyeron que la victoria era la señal que esperan sobre la “era de la redención” y la llegada del Mesías, que pretenden acelerar colonizando todo el Israel bíblico. Ben Gurion, el padre del Estado de Israel, vio la victoria de otra manera: incluso antes de que se consumara el triunfo abogó por una retirada condicional. Ariel Sharon tardó casi cuatro decenios en comprender el porqué tenía que renunciar a la idea del Gran Israel.
Palestina es la región del mundo con más planes de paz per cápita o, mejor dicho, con más planes de paz fracasados desde el 22 de noviembre de 1967, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 242, que exige la retirada israelí y consagra el principio de “territorios por paz”. Cuarenta años después, Israel ya no ocupa el Sinaí ni Gaza, que no son parte del Israel bíblico, pero no ha devuelto Cisjordania, Jerusalén este y el Golán. Si Cisjordania y Jerusalén este (1,58 millones de palestinos y unos 400.000 colonos judíos) no son devueltos, Israel podrá seguir siendo un Estado judío, pero, como ha escrito el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, también será la Sudáfrica del apartheid (Palestine peace not apartheid, Simon and Schuster, 2006). Por eso la guerra de 1967 aún no ha terminado.
Artículo completo: LVG20070603 Guerra inacabada